Se inauguró en El Cairo, el Gran Museo Egipcio (GME), un proyecto que tardó más de 20 años en concretarse y que busca albergar una de las colecciones de antigüedades más importantes del mundo. La ceremonia contó con la presencia de primeros ministros, presidente y miembros de la realeza, además del presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi.
La apertura del museo marca el cierre de un largo proceso de construcción que enfrentó retrasos por la Primavera Árabe, la pandemia y conflictos en países vecinos. El primer ministro Mostafa Madbouly calificó al GME como “un regalo de Egipto al mundo entero de un país cuya historia se remonta a más de 7,000 años”.
El evento incluyó espectáculos de música, danza y luces, con orquestas internacionales y artistas egipcios. Imágenes de los principales sitios culturales del país se proyectaron en pantallas gigantes, mientras fuegos artificiales y rayos láser iluminaron el cielo con jeroglíficos en movimiento.
Entre los asistentes internacionales estuvieron el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier, el primer ministro neerlandés Dick Schoof, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, el presidente palestino Mahmud Abbas, el presidente congoleño Félix Tshisekedi, así como los príncipes herederos de Omán y Baréin.
La atracción principal del museo es la colección completa de objetos hallados en la tumba de Tutankamón, descubierta en 1922. Entre ellos destacan la máscara funeraria de oro, el trono y el sarcófago del faraón niño.
En el vestíbulo principal se exhibe una colosal estatua de Ramsés II, trasladada desde el centro de El Cairo, donde permaneció durante décadas. El diseño arquitectónico del complejo, a cargo de la firma irlandesa Heneghan Peng Architects, evoca las formas de las Pirámides y ocupa unas 120 hectáreas, un espacio similar al de la Ciudad del Vaticano.
El GME busca reemplazar al histórico Museo Egipcio de la plaza Tahrir, inaugurado hace más de un siglo y que en los últimos años enfrentó problemas de conservación, saqueos y daños en piezas icónicas como la máscara de Tutankamón.
Las autoridades esperan que el nuevo recinto refuerce la imagen de Egipto como custodio de su patrimonio y fortalezca sus reclamos de devolución de piezas conservadas en museos extranjeros.
Con una inversión superior a los 1,000 millones de dólares, financiada en gran parte con préstamos japoneses, el Gran Museo Egipcio es considerado uno de los megaproyectos más ambiciosos del país. El gobierno confía en que su apertura impulse el turismo, sector clave para la economía egipcia.
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