Después de más de cinco años de frenéticos trabajos de reconstrucción, la Catedral de Notre Dame mostró su nuevo aspecto al mundo este viernes, con techos altos reconstruidos y una cantería como nueva que borra los sombríos recuerdos de su devastador incendio de 2019, durante una visita del presidente francés, Emmanuel Macron, ocho días antes de su reapertura.
Macron entró a través de las gigantescas y detalladamente talladas puertas frontales de la catedral y miró hacia los techos con asombro. Estuvo acompañado por su esposa, Brigitte, el arzobispo de París, Laurent Ulrich,, entre otros. Las imágenes transmitidas en vivo mostraron el interior de la icónica catedral como podrían haberlo experimentado los fieles en la época medieval, sus amplios y abiertos espacios llenos de luz brillante en un día de invierno fresco y soleado que iluminaba los vibrantes colores de las vidrieras.
“Es sublime”, aseguró el mandatario al descubrir la catedral, que consideró como “mucho más acogedora” tras la limpieza de la suciedad acumulada durante décadas en sus piedras.
Afuera, el monumento gótico del siglo XII sigue siendo un sitio de construcción, con andamios y grúas. Pero el interior renovado resultó ser impresionante.
“Aún más bella que antes, con el resplandor redescubierto de sus piedras rubias y el color de las capillas”, decía un documento de Macron enviado a los medios de comunicación invitados a ver por primera vez la catedral renovada por dentro.
Los trabajos de restauración permitieron limpiar la suciedad acumulada durante décadas y la pureza “inmaculada” del edificio católico que se anuncia deslumbrante “como nunca”, según su entorno.
La presidencia francesa no ahorró en calificativos para presentar esta visita: “resplandor”, “fascinación”, vista “impactante”, “fuegos artificiales de colores”, etc. Y prometió un espectáculo sobrecogedor y un contraste sorprendente con la “bóveda abierta”, la “basura carbonizada” y el olor “insoportable” que Macron descubrió la noche del incendio, el 15 de abril de 2019.
Las llamas arrasaron el tejado y el armazón de la catedral, uno de los monumentos más visitados de Europa. Su icónica aguja, construida por Viollet-le-Duc en el siglo XIX, se derrumbó y se reconstruyó de forma idéntica. El incendio, cuyas causas todavía no se han identificado, dio la vuelta al mundo.
Macron se comprometió a reabrir el edificio en un plazo de cinco años, lo que suscitó cierto escepticismo en su momento. Ahora presenta su reapertura como el colofón de un año de “orgullo francés”, tras el éxito de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París-2024, y en un momento en el que está debilitado políticamente.
“Esta última visita a las obras es la ocasión de darles las gracias” a quienes trabajaron en ellas, desde carpinteros a canteros, pasando por arquitectos y arqueólogos, entre otros, aseguró Macron, que invitó al evento a las 2000 personas que contribuyeron a la restauración.
El presidente también homenajeó a los mecenas, ya que el proyecto costó unos 700 millones de euros (unos 740 millones de dólares) y se financió exclusivamente con donaciones.
El público deberá esperar todavía poco más de una semana para acceder a la catedral. Las ceremonias de reapertura están previstas el próximo 7 y 8 de diciembre, antes de que las puertas se abran al mundo. Macron pronunciará un discurso el primero de esos dos días y asistirá a la consagración del nuevo altar durante una misa solemne al día siguiente.
Francia invitó a numerosos dirigentes extranjeros para ese evento, aunque todavía se desconoce quién asistirá. El papa Francisco ya anunció por su parte que no estará presente.
Fuente La Nación